Natural de Compiègne, perteneció a la Tercera Orden de los Mínimos. Piadosa desde su infancia, decidió no anteponer nada al amor de Cristo y en temprana edad hizo voto de castidad ante el mínimo Padre Marin. Dedicada a las cosas divinas y destacando en las virtudes de la humildad, la modestia y la abstinencia, y aunque frecuentemente combatida por el demonio, adornada con admirables dones de la gracia, falleció en olor de santidad y fue recordada con veneración entre sus ciudadanos. Falleció a los 31 años de edad en 1632, siendo sepultada en la iglesia conventual de Compiègne, junto al altar de San Francisco de Paula, a quien tenía gran devoción y al que recurría con frecuencia en sus dificultades.
La venerada Thibault en el Arbor religionis