A Nápoles y a petición del rey Ferrante, San Francisco de Paula envió dos religiosos hacia 1480; se albergaron en la ermita de San Luis y San Martín. Allí proyectó San Francisco la fundación de un convento con el apoyo del rey, quien obtuvo de Sixto IV un Breve para que los cartujos, a quienes pertenecía el lugar, pudieran permutarlo o venderlo. Se adquirió el lugar con ayuda del rey y se inició la construcción del convento, construcción que, después de la muerte de Ferrante, se vio obstaculizada por la guerra de los barones. Pudo completarse en 1504, gracias a la generosidad del Gran Capitán (Gonzalo Fernández de Córdoba), que lo amplió y lo dotó espléndidamente para sustento de los religiosos que hubieran de habitarlo. Estas limosnas fueron confirmadas después por el rey Fernando el Católico cuando visitó Nápoles.
La iglesia era suntuosa, con hermosas capillas, todas de patronato nobiliario; el convento poseía también muchas y apreciables reliquias. Tenía también una importante biblioteca (según Montoya, de las mejores de la Orden). También era notable la enfermería y su farmacia, de modo que en ella venían a curarse no sólo los religiosos de la comunidad, sino también de otros conventos y Provincias (la farmacia, que servía también a los laicos, conseguía unos ingresos de hasta 400 ducados anuales). San Luigi a Palazzo fue también casa de estudios, especialmente de filosofía. El convento fue ampliándose paulatinamente gracias a la adquisición sucesiva de diversos terrenos entre 1530 y 1591. Una parte del terreno hubo en su momento que cederlo para la construcción del nuevo Palacio Real, obteniendo en contrapartida un censo anual. Este convento fue sede del gobierno provincial. Montoya le asignaba capacidad para 130 religiosos. A finales del siglo XVIII, sin embargo, la comunidad se había reducido a 50 miembros, ya que los ingresos no alcanzaban a mantener mayor número. Además, en esta época, para hacer frente a los trabajos de la nueva fachada de la iglesia, de la nueva escalera de acceso y otros (dirigidos por el arquiteco Luigi Vantivelli) fue necesario, de una parte, vender los objetos de plata del convento (por una suma total de 17000 ducados) y tomar dinero en préstamo de otras comunidades de la Provincia.
Giuseppe Bonaparte en 1806 decretó la demolición del convento pretextando querer ampliar la anchura del Palacio Real. La demolición se ejecutó en 1810 por orden de Joachim Murat.
BIBLIOGRAFÍA: