Celebración de orientación penitencial en la cual los religiosos mínimos miembros de una comunidad se reconcilian entre sí, generalmente dándose el abrazo de paz. Tal celebración, sin estar ritual y rigurosamente fijada, suele estructurarse en torno a una Celebración de la Palabra. San Francisco de Paula preveía la celebración de esta reconciliación fraterna antes de las grandes fiestas.
En la Regla se prescribe que: "Asimismo en los días y fiestas del Nacimiento del Señor, Pentecostés, Asunción de la Virgen María y dedicación de San Miguel Arcángel, y en la solemnidad de Todos los Santos, si no hay impedimento legítimo, al menos todos los no sacerdotes se reconciliarán en Capítulo, y así reconciliados recibirán devotamente la sagrada comunión".
Las actuales Constituciones prescriben que: "Además de la frecuente reconciliación sacramental, por lo menos en los días de retiro, o en ocasiones semejantes, para manifestar y restablecer la fraternidad, celebren los religiosos la reconciliación comunitaria, como quiere el Santo Fundador".