Vincenzo María Clausi nació en San Sisto dei Valdesi el 26 de noviembre de 1789. El 10 de octubre de 1805 inició el Noviciado en la Orden de los Mínimos en Paula, pero las leyes supresoras de las Órdenes religiosas impuestas por Murat le obligaron a volver al hogar familiar. Siguió los estudios eclesiásticos, fue ordenado sacerdote secular y enviado como coadjutor a la parroquia de su pueblo natal, pasando después a ser cura ecónomo de la misma. En 1827 volvió a entrar en los Mínimos, tomando el nombre de Bernardo María, y profesando solemnemente el 17 de abril de 1828 en manos del Provincial
Bernardo M. Marsicani. Empezará su ministerio como sacerdote mínimo dedicándose en Paula al apostolado de la confesión y de la dirección espiritual. En 1830, tras pasar por Reggio Calabria y
Nápoles-Stella, la obediencia el envía al convento de
San Francesco di Paola ai Monti en Roma, del que será Corrector en 1831, 1837 y 1840. En 1835 participó en el Capítulo General celebrado en
Roma. El Cardenal Odescalchi le nombró interinamente Procurador General de la Orden hasta que fue elegido en 1836 el Padre Montenero. En Roma fue apreciado por los cardenales Giorgio Doria, Giacomo Brignole, Giacinto Placido Zurla y Thomas Weld, e incluso de los Papas Gregorio XVI y Pío IX (quienes le autorizaron a confesar y entrar en los monasterios de monjas romanos). Trabó amistad con San Vicente Pallotti, con la venerable
Elisabetta Sanna, con la Beata Anna M. Taigi; conoció también a Santa María Eufrasia Pelletier. Llamado popularmente el “monaco santo”, desarrolló una intensa actividad pastoral entre penitentes y enfermos de todas las clases sociales, tanto en Calabria como en Roma, como en otros lugares de Italia (Liguria, Piamonte, Nápoles). En Génova conocerá al venerable Giuseppe Frassinetti. En Turín,
donde tuvo más de diez coloquios con el rey Carlos Alberto de Saboya, se encontrará con Silvio Pellico, con San Eugenio de Mazenod
(quien lo elogia en su Diario), con San Juan Bosco. De profunda devoción eucarística y mariana, el Padre Bernardo solía llevar consigo una pequeña imagen de la Virgen María (la “Madonninna” bajo título de
Mater gratiae et misericordiae) a cuya intercesión eran atribuidas muchas gracias. De 1845 a 1847 estuvo en Paterno, donde cuidó de restaurar convento e iglesia. Después volvió a Roma. Los dos últimos años de su vida fueron de vivas pruebas espirituales. Falleció en Paula el 20 de diciembre de 1849. Se le tuvo por dotado del don de profecía y de milagros
(ya en 1842 se le atribuía una bilocación), por lo que se incoó un primer proceso informativo en 1862. La causa de beatificación y canonización fue introducida por León XIII en 1893. El 11 de diciembre de 1987 fue expedido el Decreto de virtudes heroicas.
Venerable Padre Bernardo M. Clausi |